Tener una cena romántica casual, así sin esperarlo, es una maravilla.
Esa cena romántica casual, además sea con muy buena comida, en un lugar estupendo, mucho mejor.
Aunque visito Madrid ocasionalmente, cada vez encuentro alguna joya para compartir con vosotr@s.
En este caso quiero hablaros del Restaurante Asador Guetaria. Situado en el corazón de Cuatro Caminos.
Acabamos aquí por casualidad. Todo sea dicho.
Paseando con mi pareja. Después de haber visitado el exterior (no llegamos a tiempo a ver el interior, o no era día de visita, no recuerdo) de la Iglesia Santa María del Silencio, por cierto preciosa. Me llamó la atención el edificio de Telefónica, así que chinuchano pasamos los jardines. Llegamos al edificio, y ya giramos por esa calle. Es cuando mi pareja me comentó que si volvíamos al hotel o si buscábamos un lugar donde cenar, que tenía hambre.
El lugar nos pareció curioso por fuera, rompía la “línea” de visión, y como nos pareció que tenía buena pinta, pues “pa dentro”.
Una casualidad muy acertada. O causalidad, depende de a quién le preguntes.
Nos trataron genial, todos muy amables y sonrientes, nos hicieron sentir cómodos, muy cómodos y claro, eso hace que el hambre no se corte y nos pusimos hasta arriba de comida.
Que cuando a mi pareja le da el hambre, no tiene medida, os lo digo en serio.
Yo fui bastante más discreta, aunque salí que parecía que iba a estallar.
Pedimos de entrantes unas gambas a la plancha y unas croquetas cremosas de jamón ibérico… vamos, con eso ya podríamos haber acabado, pero no…
Mi pareja se metió entre pecho y espalda un chuletón de vaca a las Brasas. Me recordó a Homer Simpson, en el capítulo que se hace camionero en un concurso de a ver quien come el chuletón más bestia.
Yo me comí un Arroz Cremoso de Setas y Hongos, que estaba para chuparse los dedos.
El postre, que normalmente me reservo un espacio en la tripa para él. Básicamente porque soy una golosa empedernida, lo compartimos. Bueno, le dejé que le diera un bocadito, por eso de que soy una buena persona, y preferí tomármelo bien lo de la hostia a su colesterol.
Por cierto, el postre fue una torrija caramelizada con natillas…. manjar de dioses.
Nos salió un poco caro, pero os aseguro que mereció la pena. Estar con tu pareja, disfrutando de una pitanza como esa, siempre vale la pena.
Aún con tanta comida, quizás por el momento y la atención, se convirtió en una cena romántica casual.
Y sobre todo, lo que quiero recalcar, porque me pareció lo más importante, es el trato magnífico que nos dieron en todo momento el personal de Asador Guetaria. Valen mucho.
¿Habéis estado? ¿Qué os ha parecido? ¿Vais a ir? Nos lo contáis ¿Vale?
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